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Las fuentes pueblan nuestras ciudades y pueblos. Son elementos decorativos que, de día y de noche, las embellecen e incluso algunas son monumentos turísticos. Las hay de muchos tipos y formas pero en nuestro sitio ponemos el ojo sobre una de ellas ¿Has visto alguna vez esas fuentes con chorros de agua que salen del suelo? El agua sale a presión desde varios caños formando un juego de chorros de diferentes tamaños e intensidad.
Son esas fuentes interactivas, tan relajantes que nos quedamos embobados mirándolas y escuchándolas. Pero hay quien le da otro uso. Algunos niños con ganas de jugar y refrescarse, se adentran en ellas saltando entre los chorros. Sin embargo, queremos alertar sobre el peligro de las fuentes públicas para los niños. La presión con la que salen algunos chorros pueden hacer que un niño salga despedido, ¿te parece exagerado? Mira lo que le pasó a una niña en Ciudad de México.
Un caluroso día de verano varios niños juegan entre los chorros de agua de una fuente interactiva. Sin embargo, una niña se para frente a uno de ellos justo cuando sale el agua a presión, como si de un geiser se tratara. ¿Qué ocurre con la niña? Como muestra el vídeo sale despedida y da una violenta voltereta en el aire cayendo en el suelo de piedra.
Y es que, la potencia que tienen algunos de estos chorros para que el agua alcance una altura considerable hace que sean peligrosos para que los niños jueguen entre ellos. En definitiva, no es un parque temático, es una fuente urbana cuyo objetivo es decorativo.
A este tipo de fuentes se les conoce como fuentes secas o fuentes interactivas. Son aquellas formadas por chorros que emergen desde el suelo. Durante un determinado espacio de tiempo permanecen inactivas, para que los paseantes puedan circular alrededor o entre ellas, para activarse en determinados momentos. Aquellas que tienen dispositivos que permiten controlar esos chorros se conocen como interactivas.
Si en algún momento permitiste que tu hijo jugara entre ellas o se parara sobre uno de los chorros de agua, deberías prevenirle, ya que si el niño recibe un golpe de agua puede, ya no sólo levantarle por los aires como a esta niña, sino golpearle con fuerza en la cara, pecho o piernas y causarle lesiones.
En muchas fuentes está controlado el acceso y si alguien se aventura a meterse en ellas no recibirá otra cosa que una buena multa. Sin embargo, estas son las menos. Las más turísticas y emblemáticas son las que más controladas están.
Aquellas fuentes que pueblan parques públicos no suelen tener mucha vigilancia y esto es aprovechado por niños, jóvenes y algunos adultos para darse un chapuzón cuando la temperatura sube tanto que es irresistible. Sin embargo, muchas de estas fuentes carecen de controles de calidad, del cloro adecuado para evitar bacterias o de un sistema de filtrado. Por lo tanto, si lo has hecho alguna vez, ¿has pensado en todo lo que contiene ese agua y los riesgos que entraña? Vamos algunos:
- Peligro de electrocución: bajo muchas fuentes urbanas corren caños que contienen cables de electricidad. Sirven para aislar la electricidad de las luces que las iluminan. Al meterse un niño en el agua, su cuerpo se convierte en conductor y genera más corriente eléctrica. De hecho, en países como Argentina, se han lanzado varios avisos de este tipo ante el poco cuidado que la gente tenía en las fuentes públicas.
- Infecciones: sólo hace falta mirar al agua de muchas fuentes. Están llenas de mugre, polvo, suciedad que va cayendo, resto de orines o cacas de pájaros. Son caldo de cultivo de bacterias. Si un niño traga agua en este estado podría padecer diarrea o infecciones en los ojos y mucosas.
- Hongos: si además los niños entran descalzos, podrían terminar con hongos en los pies u otras partes del cuerpo.
- Parásitos: si los pájaros defecan en el agua podrían dejar como regalito a un parásito conocido como cercarias, que puede provocar una erupción en la piel.
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