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Por regla general, y al igual que los adultos, no todos los niños comen igual, ya que las necesidades nutricionales de cada individuo son diferentes pero, a diferencia que los adultos, de los niños se espera que todos coman lo mismo.
Sin embargo, aunque las necesidades basales de los niños podrían considerarse similares, siempre que el peso y la altura lo sean, puede variar la actividad física y el tramo de crecimiento en el que se encuentren. Esto afecta enormemente a los requerimientos nutricionales del niño. En nuestro sitio respondemos a una pregunta muy habitual entre los padres: "si mi hijo come poco... ¿comerá poco?
Comer mucho, evidentemente, afecta a la salud infantil, ya que el sobrepeso es algo que, a la larga, tiene una repercusión muy negativa en diferentes aspectos de la salud, incluyendo la salud cardiovascular. Además, afecta negativamente en la energía del niño, ya que, al aumentar el peso, disminuyen las ganas de moverse a la par que aumenta la apatía, convirtiéndose en un círculo vicioso.
Es difícil, por no decir imposible, establecer cuánto debe comer un niño, sea cual sea su edad, y más complicado aún decidir que es poco y que es normal para un niño que habitualmente come lo justito.
Muchos padres se quejan de lo mismo: mi hijo come poco y de ahí parte la duda si esa alimentación escasa afectará a su talla futura. Como padres, debemos ofrecer, desde el principio, comida saludable y a demanda a nuestros hijos, educándolos en unos hábitos alimentarios sanos, de manera que lo poco o mucho que coman, sea nutritivo y equilibrado. Si el niño está sano y con energía es muy probable que no debamos preocuparnos.
La velocidad de crecimiento varía de un niño a otro, por lo que puede llevar a confusión cuando comparamos un niño con otro, incluso si lo hacemos entre hermanos. Un periodo de escaso o lento crecimiento no debe relacionarse con una falta de alimento.
De hecho, el crecimiento, es decir, la talla final que alcanzará el niño, no suele verse afectado siempre que el aporte de macro y micronutrientes sea suficiente, y en este aspecto, los niños que comen poco suelen ser muy eficientes a la hora de maximizar la utilización los nutrientes ingeridos.
Además, la mayoría de los síntomas relacionados con el déficit de macronutrientes, fatiga, inapetencia, irritabilidad o falta de energía y concentración, no se manifiestan hasta que la desnutrición es evidente, siendo entonces cuando el crecimiento se ve afectado.
La desnutrición es un problema de salud muy serio, aunque es extremadamente difícil llegar a esta situación, ni siquiera comiendo poco. Cuando un niño está desnutrido, el crecimiento se convierte en un problema secundario, siendo la recuperación de su estado de salud general la máxima prioridad.
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