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Lidiar ante una rabieta infantil no es fácil. Son momentos complicados en los que es importante saber cómo actuar ante los niños y tener los argumentos necesarios para evitar dos errores comunes: excedernos o no hacer nada.
La rabieta suele tener su momento álgido alrededor de los 2 años. Es la forma que tiene el niño de manejar sus emociones. De esta manera canaliza su ira, enfado o frustración.
Es fácil detectar una rabieta: el niño se tira al suelo, se suceden los gritos, patalea, se golpea a sí mismo o lo que encuentra a su alrededor, se cuelga de nuestras piernas o incluso puede llegar a pegar e insultar.
- Anticiparnos: los padres podemos detectar esas señales que indican que se va a desencadenar un berrinche y podemos evitarlas, por ejemplo, no pasar delante de la juguetería o del parque si no podemos ir o dejar la compra para un momento en el que no estemos con los niños.
- Ser más flexibles: en ocasiones los padres recurrimos demasiado al ‘no’ y ponemos demasiadas normas y límites que frustran a los niños y les hacen tener un berrinche. Antes de negarle tantas cosas, es importante pensar si nos excedemos de autoritarios.
- No discutir con el niño: en esos momentos de gran berrinche en los que no escucha y sólo grita, es preferible mantenernos impasibles y firmes, no mostrar ante el niño que nos desesperamos o nos ponemos nerviosos. No prestar demasiada atención a lo que ocurre y esperar a que se calme, incluso aunque esté en la calle y sea objeto de miradas reprobatorias.
- Mantén la calma: aunque el niño grite, no eleves tu el tono de voz ni te pongas nervioso. La paciencia es nuestro gran aliado en esos casos. Si la situación lo permite y el niño puede escuchar, podemos cogerle de los hombros, intentar que nos miren a los ojos y explicarles de forma tranquila, por ejemplo, por qué hemos de ir a casa y no podemos seguir jugando en el parque.
- Evitar que se haga daño: si el niño se muestra agresivo, intenta dañarse o dañar a otro sí debemos tomarle en brazos y mantener la calma. No le zarandearemos ni gritaremos, sólo le tendremos en brazos hasta que se vaya calmando.
- Ofrecer alternativas: en caso de que el enfado vaya en aumento es conveniente ofrecerle otra actividad que le guste, antes de que estalle el gran berrinche. Por ejemplo, si no puede seguir jugando en el parque, podrá jugar en casa porque vas a sacar sus pinturas favoritas y podrá hacer un dibujo estupendo.
- Dialogar con el niño: cuando la rabieta haya pasado es entonces cuando podemos hablar con él y explicar por qué tomaste esa decisión, qué hizo mal y por qué no debe comportarse así.
- No des importancia a la rabieta frente al niño: si hablamos delante de otros o del mismo niño constantemente sobre el berrinche que organizó o la pataleta que montó en algún sitio le estaremos dando pie a que sepa cuánto nos afecta esa conducta. Sabrá que tememos ese momento y que puede volver a hacerlo. Es conveniente evitar frases del tipo: a ver si hoy no montas un numerito o no sabes la que lió ayer el niño en el supermercado.
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