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Tener demasiado apego es malo para los bebés y los niños, ¿sí o no?

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El apego es necesario para la supervivencia y el desarrollo. Es un vínculo afectivo que conlleva hablar de amor, seguridad, necesidad de contacto, confianza, unión y ¿dependencia? Algunos padres se suelen preguntar si construir una relación con demasiado apego con niños y los bebés es perjudicial para su crianza. Sin embargo, no se trata de una cuestión de cuánto apego le damos a nuestros hijos, sino que este apego seguro.

Al hablar de apego, muchas veces surge la palabra 'dependencia'. Cuando hablamos de 'dependencia' nos referimos a la necesidad de que haya alguien al lado del niño para que pueda descubrir las cosas que le rodean. Que haya un acompañante. Sabiendo que no puede existir una dependencia absoluta del pequeño hacia esa figura ya que se podría caer en uno de los errores básicos en la educación: la sobreprotección. Si esto ocurre, el niño no podrá desarrollar la autonomía que se supone.

Para que esto no suceda los progenitores, siendo las principales figuras de apego del niño, deben tener gran capacidad mediadora para dotar al niño de una mayor o menor seguridad emocional que será indispensable para el buen desarrollo de su personalidad e independencia.

Esa capacidad que tengan los padres de dar las 'respuestas' que necesita al niño, determinará su seguridad o su ansiedad. De este modo:

- Si los padres tienen éxito en esta empresa, el pequeño se sentirá aceptado y protegido. A partir de ese momento el niño explorará el mundo con la seguridad necesaria para adquirir las capacidades necesarias para el futuro.

- Si las respuestas no son positivas, al niño le faltará una herramienta básica para poder manejarse en las relaciones sociales que le acompañarán durante toda la vida.

El tipo de vínculo que desarrollen los niños depende de la manera en que los padres se aproximen a ellos desde el momento en el que nacen: conociéndolos, descubriéndolos, atendiéndolos cada vez más.

Para saber qué tipos de estilos de apego existen nos fijamos en el experimento llamado: 'La situación extraña' dirigido por Mary Ainsworth, donde se trataba de poner al niño bajo una situación de cierta tensión. Esta es la forma estandarizada más común para apreciar el tipo de apego que tienen los pequeños con sus cuidadores. De este modo, podemos apreciar:

- El vínculo seguro
Los progenitores son la base de la seguridad cuando el niño se siente angustiado. Son sensibles a las necesidades del pequeño, y por eso el niño tiene la confianza en que sus figuras de apego estarán disponibles y responderán ante la adversidad.

Predomina la confianza a pesar de las dudas y el malestar. Los niños que experimentan este tipo de vínculo durante el primer año expresan afectos más positivos y comportamientos menos agresivos y de evitación ante otros adultos menos conocidos que los que se muestran inseguros.

- El estilo inseguro
El niño presenta un aparente desinterés y desapego ante la presencia de sus cuidadores durante los periodos de angustia: no le importa separarse de sus progenitores. Si este tipo de vínculo se da durante el primer año de vida del bebé, el niño experimenta poca confianza en ser ayudado y prefiere mantenerse distanciado de los otros. La confianza en el vínculo se ha perdido o no se ha podido restablecer de forma óptima. El niño ignora a la figura cuidadora principal cuando está presente.

- El vínculo ansioso ambivalente (desorientado), que también sería inseguro
Responde a la separación con angustia intensa y mezcla comportamientos de apego con expresiones de enfado, protesta y resistencia. Cuando la figura de apego aparece después de la separación el niño no se acerca, se siente confuso y desorientado.

Cuando hablamos de un vínculo de apego natural y deseable y que es bueno para el desarrollo y la supervivencia del niño nos referimos al estilo de apego seguro. Por tanto, habrá que dejar de lado el llamado apego ansioso que solo causa sufrimiento e inseguridad.

De este modo, no depende tanto de cuánto apego tengamos con nuestros hijos (que este sea demasiado o insuficiente) y sí de la calidad en el vínculo de apego que se forme entre progenitores e hijos. De ahí, que tengamos que fomentar siempre el tipo de apego seguro para ayudar a nuestros hijos a crecer felices.

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