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Durante el embarazo, la mujer debe cuidar su alimentación para evitar cualquier contratiempo que pueda poner en peligro su salud y la del bebé que lleva dentro de su tripa. Junto con la toxoplasmosis y la salmonelosis, la listeriosis en el embarazo puede suponer un riesgo para el desarrollo del mismo. Te contamos cómo prevenir esta infección bacteriana, cuále son sus síntomas y qué alimentos contienen Listeria monocytogenes.
La listeriosis es una enfermedad de origen alimentario causada por una bacteria llamada Listeria monocytogenes, uno de los patógenos alimentarios más virulentos que podemos encontrarnos (solo superado por Salmonella y Clostridium botulinum), ya que alrededor del 15% de los casos de listeriosis en la Union Europea suelen resultan mortales.
La listeriosis se contrae al consumir comida contaminada con Listeria monocytogenes, además de por contacto con animales portadores del microorganismo o con personas que tienen la enfermedad, aunque aún no hayan manifestado aun los síntomas.
Las mujeres embarazadas se encuentran dentro de los grupos de alto riesgo para la listeriosis, ya que Listeria monocytogenes, al igual que muchas otras bacterias, es capaz de atravesar la barrera placentaria de manera natural, llegando al feto.
Durante el embarazo, Listeria monocytogenes puede causar abortos, partos prematuros, infección en el recién nacido (es uno de los agentes causantes de meningitis más frecuentes en recién nacidos) e, incluso, en ocasiones, la muerte del feto.
Los síntomas de la listeriosis son variados, desde una sintomatología gripal relativamente leve incluyendo nausea, vómitos y/o diarrea, hasta otros síntomas más serios como meningitis y con complicaciones que pueden resultar mortales.
En condiciones ideales, cuando la infección se detecta temprano, los antibióticos pueden detener la infección. Lamentablemente, el hecho de que la sintomatología inicial sea tan fácil de confundir con otras infecciones complica su diagnóstico, detectándose, en muchos casos, cuando ya es demasiado tarde y se ha convertido en una listeriosis invasiva.
Otra de las dificultades añadidas que tiene el diagnóstico de esta toxiinfección alimentaria es el amplio margen de tiempo en que los síntomas pueden aparecer, ya que el periodo de incubación puede durar entre 3 y 70 días. Es por esto que evitar la contaminación cruzada y eliminar cualquier presencia de Listeria monocytogenes en la dieta de la embarazada es la mejor defensa.
Listeria monocytogenes se encuentra de manera natural en el ambiente, además de en algunas plantas e, incluso, en el agua. Adicionalmente, algunos animales, como los rumiantes y algunas aves, pueden ser portadores de esta bacteria, por lo que sus carnes y otros productos derivados pueden tener una carga elevada del microorganismo.
En alimentos, tradicionalmente se ha encontrado este microorganismo en pescados ahumados, embutidos y fiambres y, sobre todo en quesos blandos (mozzarella, brie, camembert…). La leche cruda y todos los derivados elaborados con leche cruda son potencialmente los más peligrosos, ya que la presencia de Listeria monocytogenes, además de muy frecuente, suele ser tremendamente elevada. Además, Listeria monocytogenes se ha encontrado también en verduras crudas, sobre todo en ensaladas ya preparadas.
Lamentablemente, este microorganismo puede fácilmente sobrevivir tanto en presencia como en ausencia de oxígeno, además de poder multiplicarse incluso a bajas temperaturas, lo que dificulta su control. Listeria monocytogenes puede incluso multiplicarse refrigeración y puede también tolerar grandes concentraciones de sal, lo que la hace aún más peligrosa, ya que la salmuera y la refrigeración/congelación son algunos de los métodos de conservación de alimentos más extendidos.
La congelación, si bien previene el crecimiento de este patógeno, no elimina el microorganismo, por lo que el riesgo, si la carga microbiana del alimento era elevada, sigue estando presente tras la congelación.
Prevenir el contagio durante el embarazo es vital, ya que el peligro para el feto es extremo. La mujer embarazada debe extremar las precauciones siguiendo estas pautas:
- Evitando el consumo de los alimentos mencionados
Quesos elaborados con leche cruda y aquellos que, aunque se elaboren con leche pasteurizada, no tiene proceso de maduración como el queso fresco, pescado ahumado, embutidos y fiambres incluyendo patés y otros untables refrigerados como la sobrasada.
- Lavando bien cualquier fruta y/o verdura que vaya a consumirse en crudo, incluso aunque venga ya lavada
Pueden utilizarse productos químicos para asegurar la eliminación de todo microorganismo patógeno, siempre y cuando posteriormente se lave a conciencia cualquier resto del producto químico. Frutas grandes como el melón que se guardan en refrigeración consumiéndose durante varios días pueden ser susceptibles de contaminaciones cruzadas, por lo que es mejor comerlo en el día o extremar las precauciones durante su refrigeración.
- Calentar cualquier tipo de carne por encima de 75C
Incluyendo aquellas que están precocinadas como las salchichas Frankfurt y los fiambres, para asegurar la eliminación del patógeno.
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