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La fiebre es una de las situaciones más frecuentes que vamos a tener los padres con los pequeños. Por lo general a los padres siempre les asusta cuando la temperatura de los pequeños aumenta, pero la fiebre es la respuesta del cuerpo a una posible infección (entran en nuestro cuerpo pequeño virus y el cuerpo para hacerles frente sube la temperatura), a alguna enfermedad vírica, o incluso a la reacción de una vacuna o al exceso de ropa que lleve el niño. "Por eso la fiebre no es una enfermedad en sí, sino que es un síntoma de que las cosas van bien", explica Beatriz Martín, enfermera pediátrica.
Si notas que tu hijo tiene fiebre, antes de hacer nada hay que evaluar cómo está el pequeño. ¿Está apagado? ¿Tiene deshidratación? ¿Su temperatura sube a más de 38,5 º grados? Entonces, habría que empezar a tratar es fiebre.
Si tiene buen aspecto, juega y no parece afectado, serán innecesarios los medicamentos analgésicos-antitérmicos aunque tenga fiebre, ya que tratándola no le curamos de nada, solo le aliviamos. Y es que no es necesario tratar la fiebre sino el malestar que pueda producir.
Si la fiebre de tu hijo os ha pillado en plena noche o en un día festivo, puedes esperar intentando bajar la fiebre con algunos consejos caseros, antes de recurrir a los medicamentos que el pediatra del niño irá prescribir:
1- Quitar la ropa del niño para evitar que la temperatura de su cuerpo suba aún más. Vístele con algo ligero, preferiblemente de algodón. Si es un bebé, el pañal ya será suficiente.
2- Mantener al pequeño en una habitación bien ventilada pero que no ofrezca corriente de aire, unos 21 grados aproximadamente.
3- Se desaconseja el uso de paños húmedos, friegas de alcohol, duchas o baños para bajar la fiebre porque al niño le puede bajar la temperatura bruscamente y eso puede ser peligroso y crear efecto rebote.
4- Ofrecer una dieta líquida al niño para compensar las pérdidas generadas por el sudor y evitar la deshidratación. Es aconsejable que el niño tome agua mineral, zumos de fruta y caldos ligeros. El suero casero también es indicado principalmente para los bebés.
5- Solo hay que usar medicamentos para la fiebre si hay dolor o malestar. Se suele recomendar ibuprofeno y paracetamol (nunca aspirina) y se desaconseja alternar uno y otro porque su eficacia no está demostrada al 100% y corremos el riesgo de equivocarnos.
Existen muchos bulos de las consecuencias que la fiebre puede tener en el niño, como sordera, daño cerebal, ceguera o, incluso, la muerte, pero la fiebre por sí sola no provoca nada de esto por sí sola. Por este motivo y, según explican desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, es importante que los padres vigilen si se produce un empeoramiento en el estado del niño (estaríamos quizás hablando de otra situación más peligroso que un episodio de fiebre) y consultar de manera urgente si:
- Se producen manchitas de color oscuro, rojo o morado que no desaparecen al estira la piel de alrededor.
- Decaimiento, irratibilidad o llanto excesivo difícil de calmar.
- Rigidez en el cuello.
- Convulsión o pérdida de conocimiento
- Dificultad para respirar (respiración muy rápida y agitada, se oyen silbidos cuando respira, marca las costillas y hunde el esternón).
- Vómitos o diarrea persistentes o muy abundantes que causan deshidratación (ojos hundidos, lengua seca, ausencia de saliva).
- Si no orina o esta es escasa.
- En menores de 3 meses, hay que ir al pediatra sí o sí porque son todavía demasiado pequeños, su sistema inmune está muy poco maduro y pueden correr el riesgo de que la infección se propague rápidamente.
- Cuando la fiebre dura más de 2 ó 3 días.
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